Este proceso
consiste en la unión de una célula espermática con la ovocélula para dar
lugar a la formación del zigoto. El tiempo transcurrido entre la polinización y
la fecundación varía entre varios meses y un año para las gimnospermas y de
unos días a unas horas para las angiospermas.
El zigoto o
embrión, a partir del cual se formará el resto de la planta, suele ir rodeado
de un tejido nutricio o endosperma y de unos tegumentos procedentes del óvulo.
Se conoce con el nombre de semilla al óvulo maduro que encierra en su interior
un embrión. En las plantas fanerógamas más primitivas semillas aparecen
aisladas como órganos fundamentales de la multiplicación, pero el avanzar
evolutivamente se asocian con otras partes de la planta (la flor completa o
parte de ella) para dar lugar al fruto.
Dispersión de frutos y semillas
Al igual que
ocurría en la polinización, los principales agentes responsables de la
dispersión de frutos y semillas son el viento (anemocoria), los animales
(zoocoria) y el agua (hidrocoria). En cualesquiera de los casos, los frutos y
semillas presentan una serie de adaptaciones que les facilita la dispersión por
uno de los mecanismos citados.
Proceso de germinación de las plantas fanerógamas
Cuando la
semilla ha conseguido llegar a un suelo apto para su germinación comienza a
absorber agua y a hincharse, para de esta manera romper todas las cubiertas que
protegían al embrión. Este queda en libertad y comienza su desarrollo a partir
del tejido nutricio que le acompaña. La radícula crece y fija el embrión al
suelo y el tallito se eleva de la superficie del suelo arrastrando a los
cotiledones, que al estar expuestos a la luz solar adquieren un color verde.
Con ello se cierra el ciclo vital de las plantas fanerógamas.
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